Durante la década
pasada, en el marco del Programa Forestal para Centroamérica
(PROCAFOR), fue promovida la generación y utilización
de varias herramientas y criterios orientados a agilizar y mejorar la
planificación del manejo forestal en bosques de coníferas.
Dentro de las herramientas
que fueron promovidas por el PROCAFOR se incluye las curvas de conicidad.
Una curva de conicidad o curva de fuste sirve para estimar el volumen
de madera en cualquier sección del fuste, con base en la descripción
matemática del perfil de un árbol. Es decir, se parte
de una ecuación matemática que describa el perfil de la
especie conífera en cuestión y luego, utilizando un procedimiento
de integración numérica, se calcula el volumen de un sólido
de revolución (en este caso, una sección del fuste) definido
por los respectivos límites de integración (las alturas
mínima y máxima de la sección del fuste que sea
de interés).
Como puede intuirse
de su definición, la gran ventaja de su uso radica en su versatilidad
y flexibilidad para la obtención de estimaciones volumétricas
de diferentes secciones del fuste. En este sentido, se trata de una
herramienta que supera la rigidez de las tablas de volumen convencionales
cuyos datos de volumen son validos únicamente para la sección
del fuste para las que fueron diseñadas (volumen total, volumen
hasta un diámetro de 20 cm., etc).
Una curva de conicidad
ofrece un punto de partida para casi todos los cálculos concernientes
al fuste del árbol. Las curvas de conicidad son usadas, por ejemplo,
cuando el diámetro a una altura específica es necesario
o cuando se busca la altura a lo largo del fuste donde el diámetro
tiene un valor determinado. El volumen de una cierta porción
del fuste, o el de todo el fuste, es, como ya quedó apuntado,
obtenido a través de la integración numérica de
una función de conicidad.
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