Si el desabastecimiento
de agua se calificara por niveles de alerta, el
amarillo de un semáforo sería el más adecuado para
este 2010. Ello, debido a que en los últimos 10
años 2009 tuvo la época de lluvia más deficitaria
y 2010 tendrá el verano más seco. La conjugación
de ambos fenómenos afecta los mantos acuíferos del
país, particularmente los ubicados en el área
metropolitana.
Este es el análisis que hacen César George y
Humberto Garavito, del Instituto Nacional de
Sismología, Vulcanología, Meteorología e
Hidrología (Insivumeh), y Jaime Luis Carrera,
investigador de Recursos Hídricos del Instituto de
Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (IARNA)
de la Universidad Rafael Landívar.
Representar la escasez con el color amarillo
implica, de acuerdo con Garavito, experto en
hidrología, tener “ciertas restricciones, ciertas
precauciones, una mejor administración de la
explotación del recurso hídrico subterráneo”.
Esto, debido a que la estación lluviosa anterior
no permitió la adecuada recarga de los mantos
acuíferos. Por ejemplo, el valle de la ciudad de
Guatemala enfrenta un déficit de precipitación
pluvial de un 15% al 20% en diferentes puntos, y
por si fuera poco, muchas de sus fuentes
superficiales y subterráneas se han secado como
consecuencia de la explosión demográfica. Garavito
apunta a Milpas Altas y a algunas zonas de las
salidas del valle en oriente y occidente como las
más afectadas. “Son áreas en que los acuíferos no
son muy grandes, y llega un momento en que se
secan”, explica.
Mixco y Chinautla son también puntos de riesgo,
debido a que las características de las rocas no
permiten el flujo adecuado del vital líquido.
George, meteorólogo del Insivumeh, advierte que
al déficit de lluvia se suma otro factor que
complica el abastecimiento de agua: de acuerdo con
los pronósticos de la entidad, las temperaturas en
este verano serán las más altas en 10 años. Para
la meseta central se estima que los termómetros
marcarán hasta 32 grados, mientras que en el norte
alcanzarán los 40 grados, y en el nororiente, 42
grados. El final del verano se prevé para las
últimas semanas de abril.
El secretario de la Municipalidad de Guatemala,
Héctor Cifuentes, reconoce que el verano será
“extremadamente seco”. “Como planes de
contingencia estamos habilitando más pozos y a los
que están funcionando les estamos dando buen
mantenimiento para ayudar, de una u otra forma, a
que no falte el vital líquido en diferentes áreas
de la capital”, cita el funcionario
edil.
Cristóbal Colón, portavoz de la Empresa
Municipal de Agua (Empagua), descarta una
escasez, pero admite que el acceso al
recurso hídrico es cada vez más complejo, pues los
pozos deben perforarse a mayor
profundidad.
Piden racionar
Carrera menciona que se está arrastrando un
problema del año pasado, lo cual es poco alentador
considerando que para este año existe una alta
posibilidad de que las precipitaciones se retrasen
y sean irregulares como consecuencia de los
efectos del fenómeno de El Niño (lea:
Problema se agrava).
“Al no haber una buena recarga de agua el año
pasado, incide en que los ríos estén en niveles
bajos y esto también trae consigo problemas de
contaminación, pues hay menos agua y menos
capacidad de reciclar naturalmente toda la
contaminación que llega a aguas superficiales o
subterráneas”, cita el profesional del IARNA.
Ante el panorama descrito, las fuentes
consultadas llaman al racionamiento. “Hay muchos
pozos que bombean prácticamente sin parar la 24
horas; entonces, se está bombeando a un ritmo como
si la estación lluviosa anterior hubiera sido
normal. Cuando hay una estación lluviosa
deficitaria, como es el caso, deberían reducirse
las horas en cuanto a la extracción para no agotar
directamente los mantos acuíferos”, analiza
Garavito.
Carrera apoya la propuesta y a la vez indica:
“Es necesario que seamos eficientes en el uso del
agua. Los sistemas agrícolas, por ejemplo, deben
eficientar sus mecanismos. La industria, que
también usa el recurso, debe ser más
consciente”.
Ambos coinciden en que el agua debe utilizarse
de forma inteligente, a fin de llegar al inicio de
la siguiente estación lluviosa con el menor
déficit posible. Colón también menciona que
realizan campañas entre los usuarios para que el
vital líquido se aproveche de forma responsable.
“Por la topografía del país, hay lugares donde,
por gravedad, el agua llega bien, pero hay otros
donde se necesita más presión, y si el agua no se
utiliza bien, se debe dar más fuerza al torrente.
Con estas complicaciones el servicio llega por
horas, y en ocasiones se requiere esperar de 2 a 4
horas para que el fluido se normalice”, explica el
vocero de Empagua.
Más y más consumo
El IARNA, en su Perfil Ambiental 2008-2009,
cita que se estima que en Guatemala el consumo de
agua en los hogares es de 393 millones de metros
cúbicos anuales. Aunque los sistemas de drenaje y
agua potable son cada vez más accesibles, preocupa
que el crecimiento de la demanda no vaya al mismo
ritmo que el abastecimiento y producción del
recurso.
Esta situación es evidente, al revisar las
cifras del Anuario Ambiental 2008 del Instituto
Nacional de Estadística (INE). En la ciudad de
Guatemala, de 1992 a 2007 se reportan 60,895
usuarios más, lo que equivale a un aumento de la
demanda de 45%; sin embargo, la producción o
abastecimiento, en el mismo período, ha crecido en
un 40% (vea: El panorama en
cifras).
El INE también reporta que en 1992 el agua
superficial era la más utilizada, pero a 2007, la
subterránea adquirió mayor nivel de
aprovechamiento. “Es consecuencia de la explosión
demográfica”, justifica Garavito, en lo que
coincide Carrera al recordar que cada vez que se
construye un condominio perforan pozos para el
abastecimiento de los residentes.
“Se ha dicho que la reserva subterránea es
bastante buena, pero hay que tener mucho cuidado
porque las explotaciones van en función del
crecimiento de las poblaciones, y se llega a
algunos casos en los cuales ya hay algunas áreas
donde se han ido agotando los mantos acuíferos”,
comenta Garavito.
En lo que corresponde al recurso bajo tierra,
los expertos explican que aún al ingresar la
estación lluviosa el déficit persiste, pues la
recarga puede desfasarse 15 días o un mes;
incluso, hasta 7 meses o un año.